Stephen King dijo una vez que las pesadillas no están sujetas a la lógica, no tiene sentido explicarlas. La explicación es la antítesis de la lírica del miedo. En una historia de terror la víctima no deja de preguntarse: ¿por qué? Sin embargo no hay explicación. No debería haberla. El misterio sin respuesta es el que perdura, el que acabamos recordando.

jueves, 9 de mayo de 2013

Recomendación del día: BREAKING BAD

Lo siento, no puedo ser objetivo.
La serie Breaking Bad es mi favorita, por delante de superproducciones como Perdidos, Revolution y Fringe, de comedias como Cómo conocí a  vuestra madre y Big Bang Theory, así como otros dramas como House, Sobrenatural o Vigilados.
Esta historia sobre un hombre que tiene cáncer y se mete en el mundo de la droga me cautivó desde que vi su primer episodio. Realmente, ahora que la serie está a punto de acabar (sus últimos 8 episodios se estrenan en agosto de este año), puedo decir que el cáncer es sólo un macguffin (término acuñado por el gran Alfred Hitchcock, que se refiere a el elemento que hace avanzar a los personajes, pero sin que su peso recaiga en él). Porque en realidad, el verdadero argumento de la serie es la transformación de Walter White en Heisenberg.

A lo largo de sus capítulos, vamos viendo cómo este profesor de instituto, que trabaja en sus ratos libres en un lavadero de coche, amante esposo y querido padre, se transforma en un ser depravado, un "cocinero" de cristal, que es capaz de lidiar con lo peor de la ciudad y hacer acciones malvadas una tras otra, sin importarle nada ni nadie salvo él mismo y su orgullo.

Y es que Walter (Bryan Cranston) es lo mejor de una serie que es buena en todos sus aspectos, desde los guiones, las frases, los escenarios, la fotografía y, por supuesto, sus secundarios. Todos ellos pululan alrededor de Walter, siendo éste como una especie de titiritero, que controla sus vidas de una manera u otra.

Jesse Pinkman (Aaron Paul) es el perfecto compañero para Walter. Un joven drogadicto, que le enseña el mundillo que se esconde tras la venta de la droga, convirtiéndose en su pupilo y a la vez en su mejor amigo. Una relación de maestro-alumno, de amor-odio, un tira y afloja que hace que sean una pareja explosiva y llena de vida.





Skyler White (Anna Gunn) comienza siendo la tímida y embarazada esposa de Walter, pero poco a poco, al salpicarle la transformación de su marido, ella misma comienza a experimentar cambios y se convierte en una mujer distinta a la que era. Más fuerte, capaz de tomar decisiones peligrosas e incluso capaz de manipular a la gente de su alrededor, para conseguir lo que quiere.




No son los únicos secundarios importantes, pues el cuñado de Walter, llamado Hank, que trabaja en la DEA y que persigue sin descanso a Heisenberg, está magnífico. Por no hablar de su mujer Marie o del hijo de Walter, con parálisis cerebral. Por supuesto, los villanos y aliados también logran actuaciones de lujo.

Gustavo Fring es el malo ideal, uno de los mejores enemigos que he visto nunca en una serie, una actuación calmada, pero visceral, que pone los pelos de punta. Saul, Héctor Salamanca y Mike, éste último es uno de mis favoritos, también lo bordan. Podría seguir hablando del casting horas y horas, porque los adjetivos para describir sus grandiosas actuaciones nunca se acaban.



Por argumento, interpretaciones, escenografía y muchos elementos más, le doy a Breaking Bad un 10.



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