Este microrrelato lo escribí para el concurso de Relatos sobre Abogados, del mes de Julio.
HARTO

No puedo más. Dimito. En mis ocho años ejerciendo la abogacía, nunca he ganado un juicio. Mi único triunfo fue lograr un acuerdo ecuánime para un cliente, pero porque su mujer no causó asistencia al juzgado. Mañana mismo dejo el bufete. Mi poder de convicción es nulo y todo se lo debo a mi apellido: Ramón Sinrazón. Claro, con este nombre las risas afloran durante los juicios, cuando me nombran: "El señor Sinrazón tiene la palabra." Nadie me toma en serio. Convenzo tan poco que ni siquiera consigo que mi mujer me ponga gazpacho de postre, en vez de yogur. Nada, ¡otra vez de limón!
No hay comentarios:
Publicar un comentario